Ayer llegué a Cartagena después de 15 días de vacaciones por tierras del norte, ya llegaba un poco cansado y al ver el panorama fue peor: un calor insoportable, Lorenzo juzgando sin piedad. Cartagena parecía una ciudad fantasma, los únicos seres vivos que había eran homeless, yonquis, paisanaje en camiseta imperio o sin ella, en bermudas y resistiendo la que caía bajo las marquesinas del autobús. Algo deprimente. En casa el aire acondicionado a toda pastilla para enfriar un poco el ambiente. Bueno hoy ya parece que la cosa va mejor. Mañana a currar.